Xabier Olza

ENSAYAR FUNCIONA Lo QUE decimos no es tan importante como la MANERA en la que lo decimos. Los actores lo sabemos bien, porque nuestro trabajo depende de ello. Si no somos capaces de ser persuasivos, de resultar convincentes en nuestro papel, no volverán a contratarnos. Por eso ensayamos los textos, para ser creíbles cuando los interpretamos. Recuerdo una de mis primeras funciones como actor profesional. Mi personaje era el protagonista, y el arco dramático era muy amplio. Transitaba por muchas y muy diferentes emociones. Tenía largos monólogos llenos de matices, y pasaba prácticamente la totalidad de la función en escena. Vamos, un caramelo, el personaje que cualquier actor de mi edad (27 años en aquel momento), hubiera querido interpretar. Pues bien, recuerdo perfectamente como al finalizar una de las funciones, un amigo ajeno a la profesión se acercó y me dijo: “¿Cómo haces para aprender ese texto tan largo?” Y ahí comprendí que mi desempeño como actor no había resultado satisfactorio. Si lo que llamaba la atención de mi trabajo era mi capacidad memorística, algo por otro lado al alcance de cualquiera, era porque no lo estaba haciendo bien. Desde hace más de 15 años ayudo a profesionales de diferentes ámbitos a preparar charlas, presentaciones y conferencias. Y curiosamente, su principal preocupación, y ocupación, suele ser esa: el texto. Lo que van a decir. Los datos, los números. Aprenden y memorizan al dedillo sus palabras. Son extremadamente cuidadosos con los power points y los slides que utilizan. Pero suelen olvidarse de lo más importante: las emociones. La buena noticia es que a comunicar con impacto se aprende. Se aprende, como todo en esta vida, practicando. Equivocándose y volviendo a probar. O como decimos los actores, ensayando. Albert Mehrabian, psicólogo estadounidense, concluyó en los años 80 del siglo pasado que, en una comunicación emocional entre dos personas, el 93% del mensaje corresponde a la comunicación no verbal y para verbal, y tan solo un 7% es ocupado por las palabras, por lo que decimos, por el texto, de nuevo. ¿A quién no le han dicho alguna vez algo, bonito en el contenido, pero sin coherencia en las formas? Lamentablemente, a mí también me ocurrió al finalizar una función. Un familiar, al terminar el espectáculo, me dijo (exagerando una CNV mustia y nada emocional): “Me ha encantado tu función Xabi”. Me quedó claro que se había aburrido como una ostra. Y su intención era buena, por supuesto. Él no quería mostrarme que la función le había decepcionado, al contrario, trató de ser educado. Pero confió toda su estrategia en las palabras, y olvidó por completo su comunicación no verbal. Por eso fracasó. Y por eso yo me di cuenta, de nuevo, que tenía que esforzarme más como actor. O elegir mejor mis producciones. O dedicarme a dar conferencias. ¿Lo habéis probado con los niños? No hay público mejor para comprobar la importancia y el impacto de la comunicación no verbal. Yo lo hice. Lo probé con mi hijo pequeño, Julen. Le dije una vez, con gran entusiasmo y una comunicación no verbal enérgica: “¡Corre que te pillo!” Y rápidamente inició el juego, tratando de escapar de mis largos brazos que tantas cosquillas le hacen. En otra ocasión, me bastó con un: “Corre que…” y con esa información él ya salía corriendo. Al final, bastaba con una mirada, un sonido, un gesto, para que él entrara en el juego. Fantástico. Y sin embargo, un día, mientras estaba fregando los platos, sin mirarle y con una voz monótona, le dije: “corre que te pillo.” Julen ni se movió. Me miró extrañado. Enfadado casi. Ese no era su juego. He trabajado en diferentes países e idiomas aplicando las herramientas y recursos que conozco y domino, las del arte dramático y la comunicación, para ponerlas al servicio de diferentes ámbitos profesionales. Siempre practicando, ensayando. En mis cursos y conferencias no hay laptops, ni PowerPoint, ni celulares, ni Excel, ni formularios. Solo personas jugando, aprendiendo a comunicar de manera más efectiva. Y estad tranquilos, porque no se trata de ser actor ni de desarrollar talentos ocultos. Ya hay demasiados actores en paro y mi intención no es agrandar la lista. Creedme. Pero la experiencia me ha demostrado las infinitas posibilidades que como profesionales del arte dramático aportamos al mundo empresarial. Lo he visto con mis propios ojos. Presentaciones aburridas hasta decir basta se han transformado en potentísimos vehículos de comunicación. De marca, de negocio, de profesionales. De equipos de trabajo y de proyectos. Porque cada uno de nosotros somos un potentísimo medio de comunicación. Y tenemos algo que siempre nos va a diferenciar de las máquinas, de los buscadores, de la IA. Tenemos cuerpo y voz, tenemos ojos y extremidades, tenemos una capacidad persuasiva que no está al alcance de ningún aparato tecnológico. Solo hace falta ponerla a punto. Soy Xabier Olza, actor y director teatral, y formador en cursos de comunicación y habilidades sociales. Muchas gracias por su tiempo.